¿Has
leído las historias de aquellos grandes hombres de Dios que fueron usados
grandemente para establecer el reino de Dios en la tierra? ¿al leerlas has
sentido que tu corazón se palpita con tal intensidad que puedes oírlo? ¿te
gustaría que el Señor te usara de la misma manera que a estos grandes hombres
del Señor?
Creo que la mayoría de los cristianos queremos ser usados por Dios en gran manera, nadie que tiene el deseo de servirle al Señor se ve pequeño, en definitiva, todos soñamos en grande cuando se trata de Dios. Lo más interesante de esto, es que el Señor mismo fue quien puso ese deseo, porque cuando se trata de creerle a Él, hay que creerle a su medida, a lo grande, cuidando que tu corazón se mantenga humilde, entendiendo siempre que la gloria es para Él, nosotros somos solamente el vaso donde el Señor deposita su fresca unción, su Espíritu Santo.
Una
vez escuché la siguiente frase “El problema de esta generación, no es que
quiera brillar, es que quiere brillar sin haber tenido un encuentro con Dios”.
Creo
que tiene mucha razón, el error que muchos cometemos es que queremos brillar
con nuestros propios esfuerzos, por lo que somos o lo que sabemos, pero nunca
vamos a donde el Señor quiere que realmente vallamos, esto es de rodillas ante
su presencia. Es tal el desespero por alcanzar nuestra propia gloria que nos
atrevemos a ir en contra de este principio bíblico.
Mateo 6:6
Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y
cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve
en lo secreto te recompensará en público.
Aquí es donde inicia el ministerio, cuando
primero te sumerges en la presencia del Señor, metete en lo secreto de la
intimidad con Él, búscale con un corazón tal que no desee otra cosa más que
estar siempre cerca de Él. Así es el orden con el Señor, primero en lo secreto,
después en lo público, no al revés.
El deseo de buscar al Señor debe ser tal, como el
que se expresa en el Salmo 42:1
Como el ciervo brama por las corrientes de las
aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía.
Buscar
al Señor, debe ser una necesidad para todo aquel que diga ser su hijo. Somos
seres tripartitos, espíritu, alma y cuerpo. El cuerpo físico recibe lo que
necesita a través de los alimentos: proteínas, aminoácidos, vitaminas,
minerales, ácidos grasos, agua, sales, etc. pero el cuerpo espiritual sólo
recibe ese alimento a través de la escritura y la presencia de Dios. Jesús
dijo:
Juan 6:35
Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a
mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.
Es
obvio que el Señor se refiere a algo meramente espiritual, la biblia dice que
el reino de Cristo no era de este mundo, que las armas de nuestra milicia no
son carnales, que nuestra lucha no es contra carne ni sangre, inclusive dice
que nosotros, aunque estamos en este mundo físico, no pertenecemos a este mundo
físico, pertenecemos al reino espiritual de Jesús.
La
clave para arder para Dios está Mateo 6:6. Entra en una intimidad
plena con Él, espera el momento en que el Señor empiece a abrirte camino y
cuando más camino te abra, ten más intimidad con Él, porque entre más avancemos
mayor responsabilidad tendremos en el reino del Señor.
La mejor parte de todo esto, es que el Señor nos invita a acercarnos confiadamente a su trono, sin miedo a represalias, aunque hallas estado mucho tiempo alejado de Él, El te sigue esperando con los brazos abiertos, tu propósito y llamado sigue estando intacto, sólo tienes que venir a Él nuevamente, buscarle con todo tu corazón.
Tal es el interés de Dios por cumplir su propósito a través de su pueblo, que al profeta Elías lo sacó de una inmensa depresión, a Gedeón le llamó aun sintiéndose derrotado, a David lo restauró y le puso el hombre conforme su corazón, a Jonás lo regresó de la boca de un gran pez, secó las lágrimas de jeremías, a doce hombres totalmente del vulgo sin letra los hizo sus discípulos, a un hombre inseguro y temeroso como Abraham lo llama el padre de la fe. No importa quien seas en este momento, importa en quien es Él y que es lo que quiere hacer contigo.
Así
que animo a que con todo tu corazón busques al Señor, te llenes de Él hasta que
tu copa rebose, que sea una necesidad para ti como lo es el respirar, comer o
tomar agua. Él nos ha llamado a una vida nueva, llena, con libre acceso a su
presencia con toda confianza y seguridad de que el sigue ahí, su llamado sigue
estando ahí.
Hebreos 4:16
Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la
gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.
Salmos
73:25
¿A quién
tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra.