1 Corintios 1:1-3
“Pablo,
llamado a ser apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano
Sóstenes, a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en
Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar
invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro: Gracia
y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo”
En
este pasaje pablo no solo hace la salutación inicial a la iglesia que había
fundado en corinto, pablo exhorta de una manera muy sutil a una iglesia que se
había dividido por problemas que ellos mismos habían generado, les hace el
llamado a ser santos con todos los que invocan el nombre de Cristo. Cómo si se
tratase de un buen partido de fútbol o porque no decirlo, una pelea de box,
todos apostaban por quien era mejor en que y vemos versos mas adelante que unos
alegaban ser de tal o cual líder, pareciese que le habían quitado el poder de
salvar a Jesús para pasárselo a el maestro de cada cual.
El
apóstol pablo se presenta como dicen en los ambientes ejecutivos “poniendo el
elefante blanco sobre la mesa” y ofreciendo la solución a la contienda que se
desataba en la congregación. Tras bambalinas, el mensaje de pablo era el
siguiente: hagan de lado sus diferencias y recuerden a que fuimos llamados, a
vivir en santidad con todos.
En
Hebreos 12:14 inclusive se nos dice que cuidar la paz y la
santidad con los hermanos es cuestión de nuestra salvación y la compañía de
Dios en nuestras vidas. Una frase que constantemente le recuerdo a los hermanos
de la congregación es: No te olvides de donde te sacó el Señor. De esa manera
los exhorto a siempre buscar conciliar las diferencias que puedan presentarse
con los hermanos o cuando sea necesario restaurar a alguien.
¿Cómo
cuidamos la santidad con los hermanos? No participando de rumores, chismes,
evitar sembrar cizaña, todos podemos pensar diferente, pero es no nos da el
derecho de levantar un ejercito en contra de nuestros hermanos.
Es
triste ver hermanos que no tienen paz al ver a su hermano prosperar o tener
éxito, pareciera que no nos gozamos con los que se gozan, no sea así entre el
pueblo de Cristo, porque al final el éxito de mi hermano es para que el reino
del que nos sacó de lo mas vil del mundo sea glorificado, no existe un reino
personal para cada quien, sólo uno, el reino de Cristo al cual fuimos llamados
a estar en santidad con todos los que invocan el precioso nombre del Señor
Jesús.